2 Jonatán le dijo: «De ninguna manera, no morirás. Mi padre no hace
ninguna cosa, grande o pequeña, sin descubrírmela; ¿por qué me había de
ocultar mi padre este asunto? ¡No puede ser!»
3 Pero David volvió a jurar: «Save muy bien tu padre que me tienes
mucho afecto y se ha dicho: “Que no lo sepa Jonatán para que no se apene.”
Y, con todo, por Yahveh y por tu vida, que no hay más que un paso entre yo
y la muerte.»
4 Dijo Jonatán a David: «Dime lo que deseas y te lo haré.»
5 Dijo David a Jonatán: «Mira, mañana es el novilunio; yo tendría que
sentarme con el rey a comer, pero tú me dejarás marchar y me esconderé en
el campo hasta la noche.
6 Si tu padre nota mi ausencia, dirás: “David me ha pedido con
insistencia que le deje hacer una escapada a Belén, su ciudad,
porque se
celebra el sacrificio anual de toda la familia.”
7 Si tu padre dice: “Está bien,” tu siervo está a salvo; pero si
se
enfurece, sabrás que por su parte está decretada la ruina.
8 Haz este favor a tu siervo ya que hiciste que tu siervo estableciera
contigo alianza de Yahveh; si hay falta en mí, dame tú mismo la muerte;
¿para qué llevarme hasta tu padre?»
9 Respondió Jonatán: «¡Lejos de ti! Si yo supiera con certeza que por
parte de mi padre está decretado que venga la ruina sobre ti, ¿no
te lo
avisaría?»
10 Respondió David a Jonatán: «¿Quién me avisará si tu padre te
responde con aspereza?»
11 Respondió Jonatán a David: «Ven, salgamos al campo.» Y salieron
ambos al campo.
12 Dijo Jonatán a David: «Por Yahveh, Dios de Israel, te juro que
mañana a esta misma hora sondearé a mi padre; si la cosa se pone bien para
David y no envío quien te lo haga saber,
13 que Yahveh haga esto a Jonatán y añada esto otro. Si mi padre
decide hacerte mal, te lo haré saber para que te pongas a salvo y vayas en
paz. Y que Yahveh sea contigo como lo fue con mi padre.
14 Si para entonces estoy vivo todavía, usa conmigo la bondad de
Yahveh y, si muerto,
15 nunca apartes tu misericordia de mi casa. Y cuando Yahveh haya
exterminado a los enemigos de David de la faz de la tierra,
16 que no sea exterminado Jonatán con la casa de Saúl; de lo
contrario, que Yahveh pida cuentas a David.»
17 Juró de nuevo Jonatán a David por el amor que le tenía, pues le
amaba como a sí mismo.
18 Jonatán le dijo: «Mañana es novilunio y se notará tu ausencia,
porque mirarán tu asiento.
19 Pasado mañana se notará más; tú irás al sitio en que te escondiste el
día del suceso aquel, y te pones junto a la loma que tú sabes.
20 Ese mismo día iré a lanzar flechas por esa parte, como para tirar al
blanco.
21 Mandaré al muchacho: “Anda, busca la flecha.” Si digo al
muchacho: “La flecha está más acá de ti, tómala,” vienes, porque todo va
bien para ti y no hay nada, por Yahveh.
22 Pero si digo al muchacho: “La flecha está más allá de ti,” vete,
porque Yahveh quiere que te vayas.
23 Cuanto a la palabra que tú y yo tenemos hablada, mira, Yahveh
está entre los dos para siempre.»
24 David se escondió en el campo. Llegado el novilunio, el rey se
puso a la mesa para comer.
25 Se sentó el rey en su asiento, como de costumbre, en el asiento de
la pared; Jonatán se sentó enfrente y Abner al lado de Saúl; el asiento de
David quedó vacío.
26 Saúl no dijo nada aquel día, porque pensó: «Será un accidente, no
estará puro por no haberse purificado.»
27 Al día siguiente del novilunio, el segundo día, se fijaron en el
asiento de David, y Saúl dijo a su hijo Jonatán: ¿Por qué no ha
venido a
comer ni ayer ni hoy el hijo de Jesé?»